Mientras el Gobierno de España, liderado por el PSOE, alardea de su lucha contra las zonas tensionadas y la especulación inmobiliaria, en Cantoria el discurso socialista se desploma como un castillo de naipes. Aquí, donde el PSOE gobierna con mayoría absoluta, el acceso a la vivienda se ha convertido en un lujo reservado para unos pocos, mientras la clase trabajadora y los autónomos quedan a la intemperie.
El municipio almeriense es el ejemplo perfecto de la hipocresía política: en las altas esferas venden igualdad y justicia social, pero en la práctica, el mercado inmobiliario en Cantoria está diseñado para quienes gozan de sueldos elevados, entre ellos, cómo no, los trabajadores del propio Ayuntamiento. Mientras tanto, los ciudadanos de a pie, esos que no cuentan con nóminas de cuatro cifras aseguradas, ven cómo el alquiler de una vivienda decente se convierte en una odisea inalcanzable.
Es el caso de una reciente oferta de alquiler en el municipio: una casa de campo cuyo precio solo pueden asumir nacionales y extranjeros de clase media alta o funcionarios con sueldos bien engordados. Esos mismos sueldos que se pagan con el dinero de todos, pero que solo benefician a unos pocos. Los asalariados de bajo o medio nivel y los autónomos con hijos a su cargo, esos que sostienen la economía real del pueblo, que creen en el esfuerzo y el trabajo, deben conformarse con seguir buscando un techo que ya no pueden pagar.
Mientras la alcaldesa Purificación Sánchez presume de calidad de vida y bienestar en su municipio, la realidad es bien distinta. La Cantoria que ella vende es solo para una élite económica, para los bien posicionados y para los amigos del poder. El resto, que se busque la vida.
El PSOE que gobierna en Cantoria no es el de la igualdad ni el de la justicia social. Es el del amiguismo, el de los nuevos ricos y el de la brecha cada vez más profunda entre quienes tienen demasiado y quienes no pueden ni permitirse lo básico. Y mientras en Madrid siguen con su propaganda sobre la vivienda, en Cantoria demuestran que el socialismo del siglo XXI es, en realidad, la más cruel de las farsas.